viernes, 17 de diciembre de 2010

“Pánico”


  La ventana entreabierta invitaba a la noche a sentarse junto a mí. El temor comenzaba a erizar la piel. Juntos lograron tirarme los lentes de lectura al piso. Mi rostro era acariciado por una suave brisa. Parecía calmarme. La penetrante oscuridad comenzó a transformarse en tormenta. Y una devastadora fuerza de la naturaleza llamada viento me empujó hacia el libro logrando encerrarme en él. Atrapado en un tapa dura de quinientas hojas me siento desesperado. Y no encuentro la palabra fin.

Moe

“Gordura repentina”


 Mis piernas se sentían exhaustas, intenté agacharme para desatar los cordones pero la barriga me lo impedía, era tal la presión en la zona abdominal que empecé a sentirme muy mal. Los dedos estaban tan gordos que no lograban desabotonar el jean. Algo andaba mal, no podía mantenerme parado un segundo más, las piernas no toleraban el peso de mi cuerpo. Respiré hondo y me desparramé en el piso, desde allí hice algunas maniobras para deshacerme de las zapatillas. Los cordones apretados al máximo impedían la circulación sanguínea. Los brazos cada vez más rechonchos iban perdiendo movilidad. El oxigeno se extinguía de mi cuerpo. Logré agarrar el cierre de mi campera el cual se hallaba por debajo de mi barbilla hasta que se trabó a mitad de camino...

Moe

“Útil”

 Un hombre fue útil, se quitó los zapatos y comenzó a caminar. Al poco tiempo descargó la mochila de cosas inservibles para así poder dedicarse a lo que siempre quiso hacer ¡Caminar!

Moe

“Espantapájaros”

  Sale el sol, los bollos de papel florecen en el lodo. Los árboles apenas nos pueden regalar un poquito de sombra. La gente camina dormida alrededor del parque aportando su granito de arena para ocultar el dolor. El hombre del polarizado solo se lo ve a fin de mes. Sonríe cruelmente mientras recibe su abultada limosna. Mi padre allí, Crucificado en la ciénaga. Cumpliendo su rol. Espantando cuervos.

Moe

“Rey”


  Esperé, esperé y esperé. Hada madrina ¿dónde estás? ¿Cuándo vendrás con tu varita mágica? ¡Deseo que me conviertas en príncipe azul!

 Seguí esperando y supe que nunca vendría. Miré a mí alrededor y contemplé mi reinado.

Moe

“La cucharita”

 Un día abrí mis ojos, analicé mi entorno y supe donde me encontraba. Inmediatamente comencé a buscar la salida. Caminé, pregunté y no obtuve respuesta alguna. Sin más que hacer me eché a llorar y decidí cancelar mi búsqueda. Mientras tanto, cerré mis ojos, eliminé mis pensamientos conscientes y encontré la cucharita.

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"Goteo"

  Al despertar vi una estrella en el cielo, es la guía del sendero que se extiende hasta el alba. El tiempo tiñe las baldosas. Oscureciéndolas. Un cartel anuncia: Camino denso. Me quiebro y resucito en mis sueños. No caminaré en vano, volaré hasta el horizonte. Es allí donde me refugiaré, debajo del arco iris. Mi tiempo es eterno. Descansaré hasta que escuche el goteo producido por tus ojos.

Moe

“Consumido”

  Fui a la cocina en busca de los fósforos, encendí mi cigarrillo, agarré un vaso del escurridor y lo cargué de soda hasta que el sifón dejara de quejarse. Me quedé allí, parado, atento al canto de un grillo. Sí, un grillo en medio de la urbe frotando sus alas para encontrar a su pareja y poder mantener su especie a lo largo del tiempo. Y yo acá… consumiéndome.

Moe

“Llueve sobre mi”


 Han pasado varios días, este diluvio no cesa. Mi paraguas ya casi sin vida me invita a despedirlo. No se cuanto podría aguantar sin mi protector. El solo hecho de saber que mi alma se ahogará... inunda mis pensamientos.

Moe

“Eterna ternura”

 Me enternece enternecerte con mi tierno corazón. Te enternece mi interna locura hacia vos. Es por eso que te cedo mi eterna ternura a cambio de un bife de ternera y tu eterna internación.

Moe

“El estornudo”

-¿Usted consume drogas?
 -Hachís.

Moe?

“Diversidad”

-Buenos días alumnos.
-Buenos días señorita.
-¿Gordo?
-Presente señorita.
-¿Negro?
-Presente señorita.
-¿Floguer?
-Presente señorita.
-¿Rengo?
-Presente señorita.
-¿Bizca?
-Presente señorita.
-¿Traga?
-Presente señorita.
-¿Dormido?
-Presente señorita.

"¿Qué tan diferentes los ves?"

Moe

“Siete indicaciones para el día de mi muerte”

1) Queda terminantemente prohibido arrojarme a un féretro, ser comida de gusanos o cremarme (a excepción de que me haya despedazado un tren de carga o algo por el estilo).
2) Donen mis órganos. Hay gente que me necesita. Lo que reste de mí queda a disposición de estudiantes de medicina.
3) No llore mucho.
4) No se preocupen de mis bienes materiales. Los cuervos y las ratas sabrán que hacer.
5) Recuerden los momentos que pasamos juntos. Seguro reirán.
6) Coman, chupen, diviértanse. Ustedes están vivos.
7) No me rompa más las pelotas. Déjeme descansar en paz. Olvídese de mí.

Moe

“Ambos dos”


 Le toco el timbre bien tocado y cuando dejo de tocar atiende Juan y me dice bien dicho ¡ahí bajo para abajo!
-¡No! No bajes para abajo, deja que subo para arriba así nos escapamos huyendo por que me vienen persiguiendo.
-¿Quién viene viniendo?
-¿Te importa que te conteste “no importa”?
-Entonces subí para arriba, te espero en la terraza y nos pasamos para el otro lado.
-¡No me dejes de lado!
-No, no. Le digo al de al lado que nos deje entrar adentro.
 Mou sube para arriba, sale para afuera y se encuentra con Juan.
-¿Qué haces Juan? ¿Todo bien?
-Todo bien. Pasemos pasando para el otro lado.
-¡Buenísimou! Pero pasemos ambos dos.
-¡MIRÁ LA CALLE, VIENEN VINIENDO!
-¡CORREN CORRIENDO!
-Vamos yendo.
-¿Cuántos son?
-Dos. Uno azul y otro azulado.
-Sigamos las marcas que están bien marcadas.
-¿Cómou?
-¡Las marcas marcadas!
-¿Las del piso de abajo o las del techo de arriba?
-Las del piso que pisas.
-¿Y el de al lado?
-Está del otro lado del recorrido que recorremos corriendo.
 Juan y Mou siguieron camino hasta el otro lado y se encontraron con Yayo.
-¡Yayo! Decile a Yolanda que me baje para abajo el llavero con llaves que yo le dije que me guardara bien guardado.
-¿Qué?
-Decile a Yolanda que te dé a vos para que me lo des a mí y yo se lo pueda pasar a Mou, el llavero con llaves escondido en la llanta al lado de una llana que apoyó el pintor que pintó lo pintado aquella vez.
-¡Yolanda! Traé las llaves.
-Tomá Juan, te dejo las llaves con el llavero. ¡Uy! Dejé la hornalla prendida, se me quema la tortilla.
-¡Que rico!
-¿Se quedan a comer comida?
-No. Yo prefiero el pollo con ensalada de repollo apoyado en una silla tomando gin un día de lluvia y todos llorando.
-¡Que loco!
-¡Re loco!
-¡Del coco!
 Rápido recorren el recorrido corriendo y recogen una guitarra.
-¡Pará! Me rompí la pierna.
-¡Jajaja!
-No te rías.
-Me retuerzo de la risa y me regocijo con tu rotura.
-¡Que dolor raro!
-¿Qué se te rompió? ¿La rótula o la rodilla?
-No puedo seguir siguiendo.
-Nos van a atrapar bien atrapados.
-¡Fuerza! ¡Esforzate! Falta poco para el final.
-Me hiciste acordar a Facundo.
-¿Facundo? ¿El fanfarrón que fabricaba facturas con su familia?
-No, el referí que cobró el foul ficticio a Fabricio en capital federal.
-¡Que flash! El que le tiró el fieltro inflable en la faringe con firmeza.
-Buen futbolista. Fasero y fachista.
 Siguieron hasta el final del pasillo cuando…
-Esta es la puerta. Pasame bien pasada la llave con el llavero.
-Te paso bien pasada la llave con el llavero y agarrala bien agarrada.
-¡No abre!
-Dale que me duele.
-¿Sentís dolor?
-Si, que olor.
-¡Abrió! Bien abierta.
-Salgamos para afuera.
-ALTO, POLICÍA.
-Me dijiste que eran dos. Uno azul y otro a su lado.
-No. Yo te dije que eran dos, uno azul y otro azulado.

Moe

“Juanetes”

Paciente: ¡Doctor! ¡Doctor!
Doctor: Dígame.
Paciente: ¡Tengo juanetes!
Doctor: ¿Cuántos son?
Paciente: ¡No lo sé!
Doctor: Muéstreme.
Paciente: Mire, vea.
Doctor: ¡OH, Si los conoceré! “Manolos Boerius”
Paciente: ¿Mano qué?
Doctor: Hay que operar.
Paciente: Espere.
Doctor: No desespere.
Paciente: No opere.
Doctor: Coopere. ¡Asistente Pérez!
Asistente: Asistente Pérez.
Doctor: Pinza.
Asistente: Pinza.
Doctor: Gasa.
Asistente: Gasa.
Doctor: Alcohol.
Asistente: Alcohol.
Doctor: Bisturí.
Asistente: Bisturí.
Doctor: Anestesia por favor.
Asistente: Anestesia por favor.
Paciente: ¡Doctor no me duerma! No creo que sea para tanto.
Doctor: No se preocupe.
Asistente: No se preocupe.
Doctor: ¡Usted deje de repetir todo lo que yo digo!
Asistente: ¡Usted deje de repetir todo lo que yo digo!
Doctor: ¡Cállese!
Asistente: ¡Cállese!
Doctor: ¡No me calle, soy su superior!
Asistente: ¡No me calle, soy su superior!
Doctor: ¡Usted no es mi superior!
Asistente: ¡Usted no es mi superior!
Paciente: ¡Basta por favor! ¿Tanto lío por tener juanetes?
Doctor: ¡Me voy!
Asistente: ¡Me voy!
Doctor: ¿Se fue?
Paciente: Si, se fue.
Doctor: ¿Seguro?
Paciente: Seguro.
Doctor: No me diga.
Paciente: Si le digo.
Doctor: ¿Qué me dice?
Paciente: Que se fue.
Doctor: No se preocupe.
Paciente: ¿Qué me preocupe de que?
Doctor: ¿Cuál es su ocupación?
Paciente: Mi ocupación no es asunto suyo. Ocúpese de sus asuntos, doctor.
Doctor: Tiene usted razón. Me voy a ocupar de mis asuntos. Hasta luego.
Paciente: ¡No se vaya!
Doctor: ¡Si me voy!
Paciente: ¡Su asunto es ocuparse de mí!
Doctor: Vuelve a tener razón. ¿De que se ocupa usted?
Paciente: ¡Usted es muy conflictivo!
Doctor: ¡Usted es un afligido!
Paciente: ¡REPETITIVO!
Doctor: ¡DUBITATIVO!
Paciente: ¡COMPETITIVO!
Doctor: ¿Tiene auto?
Paciente: No...
Doctor: ¡Viaja en colectivo!
Paciente: ¡Usted no es doctor! ¡Usted está loco!
Doctor: ¡Momentito! Soy doctor en ciencias económicas y estos juanetes me tienen loco.
Paciente: ¿Cómo dijo?
Doctor: Soy doctor en ciencias económicas y estoy en su misma sala por que también tengo los mismos juanetes.

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“Familia Días”

 Un grupo de hermanos se puso a discutir quien saldría primero.
-No, vos MIÉRCOLES no podes salir primero, nunca tenés iniciativa para nada, siempre estas en el medio de las discusiones y terminas diciendo "no se..."
-Y vos que saltas SÁBADO?, nunca te levantas temprano por que salís de parranda con tus amigos. Borracho.
-A si no va. Yo DOMINGO tengo que salir primero.
-¡A bueno! Escuchen al aplastado de DOMINGO, él quiere salir primero y de lo gordo que está no puede ni caminar.
-Y MARTES? Ni idea, nunca dice nada.
-Que salga JUEVES.
-Ni loco. JUEVES se la pasa diciendo que mañana esto y que pasado lo otro y LUNES, MARTES Y MIÉRCOLES nunca se enteran de nada. Siempre esta a la expectativa de VIERNES Y SÁBADO.
-VIERNES ¿vos que opinas?
-Que se yo. Hoy salgo.
-Listo, sale LUNES primero. Él es el que mejor se organiza.
-Yo LUNES voy a organizar. Ustedes se la pasan hablando y no hacen nada. La formación va a ser la siguiente: Yo LUNES primero, me sigue MARTES, después MIÉRCOLES, luego JUEVES, le sigue VIERNES, SÁBADO y DOMINGO último.
-¿Por que voy a salir último yo? Dice DOMINGO.
-Por que te la pasas comiendo, vivís tirado en la cama y cuando llega la noche te la pasas quejándote que tenés toda una semana por delante. Por llorón vas último.

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“Frácula”

 ¡Faaaa! Que buen fin de semana. Fantástico. Fui a la cancha a ver fénix – Botafogo. Partido feo, el referí nos afanó, chiflé, me mofé, le tiré un fieltro inflable en la faringe y con la federal no zafé. Forro, fulero, fraude, filibustero. En fin...
 Luego de ese día nefasto, funesto, fúnebre y desafortunado fui a comprar un auto, fijé la vista en uno y quedé fanatizado. Ford fiesta full full, fenomenal, fabuloso, formidable. ¡QUE FIERRO! ¡QUE FACHA! Directo de fábrica. El vendedor me fatigó. Que el freno, que esto, que lo otro. Le di mi afirmación de compra, tendrían que haber visto mis facciones de felicidad, era para filmarme.
 Ayer me crucé con Francella, el famoso. Me firmó un autógrafo. Lo fruncí, lo enfundé y lo guarde en un frasco. Le saqué fotocopias y lo repartí en la fiesta de Fernando, el farmacéutico. Faltaba comida, era una farsa, me dijeron que había un festín. Quedé famélico, flaco, infeliz. Tomé algo fresco y me despedí formalmente.
 Me puse a reflexionar sobre mi futuro... estoy fulminado, sin fuerzas, frustrado, frágil, fragmentado, fracturado, sin fondos, flojo, figurado, fraccionado, fastidioso, enfadado. No se que hacer... los funcionarios del oficialismo me quieren fusilar, la calle está repleta de panfletos. “ATENCIÓN: Se contratan cazadores furtivos. Objetivo: FRÁCULA”. Ahora estoy prófugo de la justicia, la gente me trata de farsante, vociferan que vuelva al féretro. Esto es una catástrofe, mi edificio se llenó de flechas. Es un infinito flagelo. No se que hice, yo no fui. Hablé con fulano, me dijo que del otro lado de la frontera me esperaría un fraile, me ayudaría a fugarme. Tendría que infiltrarme en la fundación triple F (Federación de Floridos Filósofos). Y así es como me fugué. No fue fácil. Pero tampoco difícil.

Moe

“Ultimo Domingo”

 Había sido un muy buen día, pescamos, comimos, filosofamos y lo mejor de todo eran las discusiones futbolísticas. Sin exagerar podíamos estar debatiendo horas y horas acerca de táctica, estrategia y técnica. Siempre llegábamos a la misma conclusión: Centro atrás es medio gol.
 Ya se estaba haciendo tarde para volver a casa a lo que mi viejo me dice: -Aprovechemos este domingo un poco mas, en vez de tomarnos el tren de las 19:30 tomémonos el de las 21:00 horas-. Por supuesto acepté su propuesta, la estaba pasando tan bien que no hubiese querido nunca que ese domingo terminara.
 Desperté en San Luis, tirado en un paisaje increíble, a lo lejos se divisaban las montañas, eran inmensas, parecían ocultar algo. A mi lado se encontraba un amigo, un gran amigo, que no paraba de repetir: “Que pasto tan cómodo el de San Luis”. Hacia los costados nos rodeaban cientos de árboles y animales extraños. Extraños tal vez para mí, ya que parecían ser parte de una naturaleza que yo desconocía totalmente.
 Intenté no menos de siete veces pararme, no podía, una fuerza descomunal impedía levantarme, buscaba ayuda y nadie me la daba, a mi derecha ya no se encontraba mi amigo, a la izquierda menos. No sentía ningún tipo de dolor, una y otra vez me esforzaba y mis músculos carecían de fuerza alguna. Mucho mas desesperé cuando respiré hondo y quise gritar, tampoco podía. En mi interior lograba detectar las vibraciones de mis cuerdas vocales pero no oía mi voz, sordo no estaba, el fuerte soplo del viento lo escuchaba a la perfección.
 En un abrir y cerrar de ojos me encontré parado, una horda de animales empezaban a correr tras de mí y otra vez volvía esa impotencia, sin embargo podía correr, gritar y hasta sentir esa sensación de adrenalina al ver cada vez mas cerca de esos cientos de seres cuadrúpedos, pero había algo en mí que no lograba comprender. Necesitaba hacer un tremendo esfuerzo para correr, no era para nada normal lo que me estaba sucediendo.
 Logré deshacerme de los exóticos compañeros que me perseguían, me di cuenta de lo mucho que me alejaron de aquellas montañas que tanto me habían llamado la atención. Ya repuesto de esas extrañas incapacidades a la que mi cuerpo padecía, oigo una voz que me gritaba: “Acá, acá. Tenés que venir a ver esto, es impresionante.” Era mi compañero, estaba situado en la cima de las monstruosas montañas. No resultó tan difícil escalarlas, en realidad podría decirse que no fue ni fácil ni difícil, no comprendía las distancias, el tiempo y lo que me rodeaba. Apenas llegué a la altura máxima pude divisar lo que inexplicablemente estaba buscando. De verdad aquel paisaje impresionaba, era desolador e inquietante. Allí se encontraba un gran cráter, tendría miles y miles de kilómetros de diámetro. Recuerdo claramente las palabras que pronuncié mientras contemplaba ese bello panorama: “Tengo miedo. Pero debo bajar.”
 A medida que descendíamos camino al cráter el clima cambiaba poco a poco, cada vez más y más la refrescante brisa nos cubría toda la cara, la temperatura iba disminuyendo lentamente hasta llegar a su punto justo, una paz celestial se apoderaba de mi cuerpo y mente por completo hasta alcanzar el borde del cráter. Una vez parado frente al gran hoyo cierro mis ojos y extiendo mis brazos hacia delante, el escalofrío que recorrió toda mi espalda me estremeció, al abrir mis ojos nuevamente noté que mis brazos desaparecían, inmediatamente bajé los brazos, miré a mi amigo y callamos un buen rato. No podía ser real lo que estaba viendo. Para verificar lo que me había sucedido, adelanté una de mis piernas, no recuerdo cual, y comprobé que estaba ante una especie de portal.
 A mi lado yacía en el piso mi amigo, tal vez producto de lo que habíamos visto. En ese momento dudé en socorrerlo pero la curiosidad pudo más y traspasé el portal. Lo único que recuerdo fue verlo a mi viejo caminar muy tranquilo, en su cara se notaba mucha felicidad, sus pasos lo llevaban a mi abuelo, se miraron y se abrazaron fuerte. “Te estaba esperando, no sabes lo que te extrañé”. Esas fueron las palabras que logré escuchar.
 Titi-tití, titi-tití, el despertador tintineaba dando las nueve y media de la mañana, nos habíamos quedado dormidos, debería ser la tercera vez que sonaba, ya que siempre lo poníamos para que sonara a las ocho y media. Le grité a mi viejo en reiteradas ocasiones para que se levantara pero nunca obtuve respuesta. Me acerqué a la cama y comprendí que nunca más conseguiría tal respuesta.

 Moe