sábado, 16 de abril de 2011

Medio vacío

Salí del colegio a las corridas, levanté la mano y subí al colectivo. Mostré el carnet, puse las monedas en la máquina, agarré el boleto y me sorprendió un problema. Estaba vacío. Dudé varios instantes. Amagué a sentarme sobre los primeros asientos hasta que escuché el quejido del bondi. Parada. Subían un grupo de viejos. Zona de prioridad... Desechada. Toqué mi barbilla. Advertí que crecía pelo. Giré mi cabeza hacia la derecha, un olor llamaba mi atención. Desagradable por cierto. Eran los rayos del sol penetrando los vidrios, éstos parecían tener un efecto devastador sobre los asientos. La cuerina sufría. Toda la hilera de asientos simples se hallaba inhabilitada. ¡Pero la puta, no podes frenar así!. Me doblé el tobillo. Estos coches nuevos, con caja automática, demuestran lo mal que conducen. No soportaba el dolor ni el calor. Antes de apoyar el traste en la última fila de asientos doble, atiné a correr la ventanilla. Se encontraba trabada. Respiré hondo, intenté levantarme, no tenía mas opción que sentarme al final. Una molestia en el huesito dulce se sumó a mi vida. El esfuerzo pudo mas. Me volví a levantar, apoyé una de mis manos sobre el caño y la otra sobre la cintura. "¿Señor baja?". "No, querido". ¿De donde salió este niño? ¿y los viejos? ¿el chofer no era rubio? ¿en donde me tenía que bajar?. La fila del fondo estaba toda ocupada. "¡Señor, se olvida el bastón!". Sonreí con la boca cerrada. Toqué timbre y le pedí al chofer que me acercara hasta el cordón. ¡Al fin tierra!. Sentí un mareo, me acerqué al primer local que encontré y pedí por favor que me trajeran un vaso de agua. ¿Y saben qué?. Me lo dieron medio vacío.


                                                                        Moe.

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